sábado, 23 de agosto de 2008

Mierda de "Eritxos"...

Hacía tiempo que no escribía nada, pero ha sido por una razón de peso, estaba recargando las pilas en un ambiente rural del que anotaré algunos bonitos recuerdos de un par de aventurillas vividas, lo que hará que me lo piense dos veces antes de volver alegremente a repetir alguna de las hazañas conseguidas...

Al principio de una aventura de esta clase todo es muy bonito, una autovía sin congestiones hasta prácticamente llegar al punto de partida. Pero empiezan a salir peajes por todas partes, llegando un momento en que te preguntas como es posible que te encuentres cinco veces el mismo peaje y con el mismo encargado con cara de pocos amigos, ¿Será que el autopista es un circuito cerrado que produce una ilusión óptica de línea recta? A pesar de eso, pagas religiosamente tu derecho de paso para poder escapar de la urbe hacia zonas más salvajes donde la civilización todavía no ha triunfado en su totalidad. Un par de horas más tarde, consigues llegar al punto de salida, un bonito lugar lleno de plantas de alegres colores, pararitos cantando, las mariposas entre bonitas flores y todo parece muy bonito..

Un camino amplio y facilmente transitable nos lleva en dirección a la cima de una montaña cercana, donde se encuentra una ermita románica (nuestra meta), y el alegre grupo de montañista afronta felizmente el principio de nuestra odisea. Pero he aquí, que decidimos alejarnos del camino principal, siguiendo viejas sendas ya olvidadas y que dejaron de transitarse ya hace demasiado tiempo (por alguna razón será, ¿no?).

En este punto empezaron nuestros problemas. El camino desapareció delante de nosotros y detrás de nosotros, por lo que en ese momento ibamos bosque a través. El bosque, también parecía un lugar muy bonito visto de lejos y en los dibujos de "Banner y Flappy" (una el matón del barrio y la nena pija del barrio tirándose los trastos, pero con ardillas). Y aquí aparecieron nuestro amigos los "Eritxos", unas bonitas plantas muy parecidas a los esverces(o zarzas) pero que suben por el tronco de los árboles para posteriormente descender por las ramas de estos, creando unas bonitas redes que capturan a cualquiera que intente atravesarlas. De esta forma acabas con arañazos en las piernas por las zarzas, y en los brazos y espalda por culpa de los "Eritxos" (en adelante "Fills de sa mare").


Este es un jemplo de Fills de Sa Mare en una zona despejada...

Personalmete, sufría más por algunos seres vivos de ocho patas que pudieran aparecer y que en algún momento aparecieron, pero cuando tienes cortes y heridas por brazos y piernas y los mosquitos tienen barra libra por la sangre de tus heridas, el dolor hace que superes la fobia.

Mientras continuabamos en el interior del terrible bosque, siguieron pasando las horas entre el lento avance y los múltiples arañazos. La batería de los móviles descendía rápidamente y Google Maps no ofrecía consuelo mostrando la vista por satélite de la zona donde estábamos. Pero en eso, el grito de un compañero anunció alegremente que habíamos vuelvo a encontrar el camino principal.

Finalmente, magullados y cansados, conseguimos alcanzar la cima y la ermita con el consiguiente grito montañés (audible en un radio de unos kilometros) y la firme promesa de no volver jamás, como mínimo utilizando el mismo "atajo".

Para darse cuenta de la cagada cometida al alejarse del camino principal, e l tiempo invertido en el descenso por el camino principal fue prácticamente una decima parte del tiempo de subida, y eso que no bajamos rodando, ni caímos por ningún barranco. Y con eso finalizo nuestra aventura por el bosque, otro día relataré "El ataque de la hormigas de culo rojo" ...
 
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